1. Soñé que Georges Perec tenía tres años y visitaba mi casa. Lo abrazaba, lo besaba, le decía que era un niño precioso.
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57. Soñé que Georges Perec tenía tres años y lloraba desconsoladamente. Yo intentaba calmarlo. Lo tomaba en brazos, le compraba golosinas, libros para pintar. Luego nos íbamos al Paseo Marítimo de Nueva York y mientras él jugaba en el tobogán yo me decía a mí mismo: no sirvo para nada, pero serviré para cuidarte, nadie te hará daño, nadie intentará matarte. Después se ponía a llover y volvíamos tranquilamente a casa. ¿Pero dónde estaba nuestra casa?
Roberto Bolaño
Un paseo por la literatura
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Ser Perec, pensé:
Trefe, demente, en pequeñez
El hereje del Everest.
Pez y semen, ser
Perec en Belén, en Elche.
Leer vergeles:
Éter, entes, gentes.
Ser Perec en pestes,
Tejer, destejer mesteres.
Roberto Bolaño
Lipograma en homenaje a Georges Perec
Arxiu Bolaño
Extraído de El libro tachado de Patricio Pron
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No me resulta difícil asociar ese intenso y pertinaz itinerario literario del Bolaño final con la intensidad de escritura del Perec de sus últimos años, ese Perec al que Bolaño admiraba y conocía muy bien. Una red impalpable de precarias galerías une el segundo bloque de Los detectives salvajes con las mil y una historias de La vida instrucciones de uso del ciudadano Perec. Esas galerías se hicieron ayer totalmente visibles en mi estudio cuando, por puro azar, mientras buscaba unos papeles, apareció entre ellos una carta de 1997 que Bolaño me había escrito en una pausa de su lectura de un libro que yo acababa de publicar: “Conozco también esa foto: una fachada de ladrillos y una puerta hecha con cuatro tablones de madera, encima de la cual, sobre los ladrillos, está pintada la leyenda Peluquería de señoras. Por ahora es el texto de tu libro que más me ha conmovido. Me ha hecho llorar y me ha hecho recordar al gran Perec, el novelista más grande de la segunda mitad de este siglo”.
Enrique Vila-Matas
Un plato fuerte de la China destruida
Barcelona, 24 de agosto 2003
Foto: Georges Perec junto a su madre, 1938.
Cyrla Szulewicz («Cécile») es deportada en 1943 a Auschwitz
donde desaparece sin dejar rastro
Créditos: Fonds Georges Perec
Previamente en Calle del Orco:
El impulso de escribir siempre parte de una desaparición, Patrick Modiano
Ellis Island es para mí el lugar mismo del exilio, Georges Perec
En otra parte:
Georges Perec y los finales
Georges Perec, la pasión por la amistad