Hasta el día en que volverán a ser libres, William Faulkner

Solzhenitsyn

Querido Mr Colwell:
Durante largo tiempo he estado pensando seriamente en la invitación a formar parte de un grupo de escritores americanos en una visita a Rusia.
Creo que mi declinación de visitar Rusia como huésped del gobierno ruso actual sería de mucho más valor en la «guerra fría» de las relaciones humanas que mi presencia allí.
La Rusia con la que he logrado, espero, algún parentesco espiritual, fue la Rusia que produjo a Dostoievski, Tolstoi, Chéjov, Gogol, etc. Aquella Rusia ya no está allí. No quiero decir que esté muerta; hará falta más que un estado policial para destruir y mantener destruida la práctica espiritual de los herederos de aquellos hombres. Estoy seguro de que siguen escribiendo con la misma sinceridad sobre el corazón humano como lo hicieron sus grandes antepasados; escribiendo con riesgo de su propia vida probablemente, escondiendo las páginas -las novelas, los relatos, los dramas- debajo del suelo, en la chimenea, en cualquier parte, hasta el día (que llegará) en que también volverán a ser libres.
Si yendo a Rusia bajo cualquier condición, e incluso con riesgo o tal vez sacrificio de mi vida (tengo 60 años y probablemente ya he hecho todo lo bueno de lo que era capaz), pudiera liberar una Anna Karenina o Cherry Orchard, lo haría.
Pero ir allí ahora, como un invitado del actual gobierno ruso que, según creo, ha soterrado y si pudiera destruiría a los herederos de los viejos gigantes del espíritu ruso, no sólo sería una mentira sino una traición. Si yo, que durante toda mi vida he tenido la libertad de escribir la verdad tal como la veía, visitara Rusia ahora, el hecho o incluso la apariencia de tolerar la situación que ha establecido el actual gobierno ruso, sería una traición, no a los gigantes: nada puede perjudicarles, sino a sus herederos espirituales que arriesgan sus vidas con cada página que escriben; y una mentira en tanto que toleraría la vergüenza de aquellos que podían haber sido sus herederos y que han perdido algo más que la vida: a los que se ha destruido el alma por el privilegio de escribir públicamente.
Lamento esta decisión. He visto algunos rusos modernos aquí y allá, miembros de embajadas y consulados. Entre los asustados y atormentados grupos de otros hombres occidentales en que les he visto, ellos se erguían como caballos sumergidos en una charca llena de renacuajos asustados. Si son una buena muestra de los rusos de hoy, lo que nos salva al resto de nosotros del comunismo. Si los rusos fueran libres, probablemente conquistarían la tierra.

Sinceramente suyo,

William Faulkner
Carta a Frederick A. Colwell
31 de mayo 1958

Foto de Aleksandr Solzhenitsyn,
expulsado de la URSS en febrero de 1974