Aquella Barcelona de mis ilusiones y de mis esperanzas, Ana María Matute

Ana María Matute

Yo no estoy decepcionada del mundo. Yo sigo siendo una mujer asombrada. No acabo de entender las cosas que pasan a mi alrededor. No acabo de entender por qué ocurren las cosas que ocurren. Todo podría ser más sencillo. Más sencillo y más verdadero. Aunque probablemente estoy equivocada.
Era el año 59 y empezaban los sesenta, lo que algunos han llamado la década prodigiosa. Realmente Barcelona cambió. Barcelona despertaba, se unía, ganaba. Barcelona ha tenido la suerte de haber estado más cerca de Francia que de Navalcarnero. Eso era un pulmón, algo muy bonito, muy hermoso, muy grande.
Pero mi vida se había cerrado.
Mi vida anterior, mi Barcelona, se había cerrado. Entonces aún conocí otra ciudad donde la gente se movía, se revolvía, hablaba en voz alta, gritaba, iba a la huelga. ¡Qué bonita era también aquella Barcelona! Pero ya era una Barcelona adulta y a mí la palabra adulta no me gusta: me recuerda la palabra adúltero.
Perdónenme, pero yo si no hago una broma de cuando en cuando… No me gusta tomarme en serio, no hay que tomarse demasiado en serio. Porque cuando nos tomamos a nosotros demasiado en serio no tomamos en serio a los demás y eso es muy grave. Quiero volver a la Barcelona triste, donde yo conocí el amor y conocí la esperanza y donde lo creí todo. No sabía nada, pero lo creí todo. Cuando uno está enamorado y siente el amor dentro de sí, la ciudad también te ama, la ciudad es distinta, es más grande, es más bella, es generosa, está más perfumada. Está llena de amor, y ésa fue la otra Barcelona que yo conocí. Sin embargo, aquella ciudad restringida, oscura, triste, casi sin luz, donde yo bajaba con mis amigos adolescentes, donde hablábamos del mundo, donde hablábamos, sobre todo, de política, de poesía, de novela, donde nos pasábamos los libros unos a otros, donde en una calle, no me acuerdo cuál, había una librería con sótano donde un señor vendía libros importados de Francia a unos precios tremendos, que nos dejaban endeudados para todo el mes; aquella Barcelona de mis ilusiones y de mis esperanzas, aquella Barcelona donde yo conocí, por primera vez, los barrios corruptos, los barrios malvados, era la Barcelona de mi inocencia. Porque yo era inocente, muy inocente.

Ana María Matute
La noche de “Primera memoria”
19 de diciembre de 1996
Dietario de Posguerra

Foto: Ana María Matute
Pablo Álvarez